jueves, 28 de diciembre de 2017

Invierno


Tal vez sea por el cambio de estación, pero en las últimas salidas al monte (o parque) se han dejado ver varios petirrojos, alguno de ellos a muy poca distancia.

Aunque pueda parecer que siempre están aquí, lo cierto es que durante el invierno llegan petirrojos del norte de Europa a pasar el invierno entre nosotros (y parece ser que con inviernos cada vez menos fríos llegan menos aves que deciden no desplazarse mucho de sus áreas de cría).

En fin, celebremos la llegada de la estación con esta especie tan carismática mientras disfrutamos de su compañía durante nuestros paseos campestres (hoy no hay fotos de plantas, amigos, toca cambiar).

Felices fiestas a todos los lectores.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Plantas en el agua (y sus alrededores)


Vamos a mostrar algunas fotografías realizadas durante el pasado mes de octubre en las inmediaciones de algunos embalses madrileños próximos a la sierra, localizados por debajo de los 900 metros de altitud. En esta imagen, cabecera de la presa del embalse de Santillana, en Manzanares el Real.

El otoño se ha caracterizado por una desesperante falta de lluvias que viene de largo, pues no ha caído nada durante los últimos meses. La zona de los embalses que debería estar cubierta por las aguas presentaba este aspecto. En realidad, en este medio antes ocupado por el agua (que contiene todavía un mínimo de humedad) prosperan diversas especies: mostraremos una selección de éstas, así como alguna de las supervivientes que quedan (y crecen) en el agua.

Una crucífera con los frutos ya formados, Rorippa palustris.

Hojas basales de la borrosa (Laphangium luteoalbum).

Verbena supina, de talla más modesta que su pariente más extendida V. officinalis. Ahora se encuentra en flor.

También crece bien sobre los suelos arenosos la bardana menor (Xanthium italicum).

El cáñamo acuático (Bidens tripartita).

Chamaemelum mixtum

Gnaphalium uliginosum: a esta pequeña planta anual que cubre algunas partes del suelo profusamente le gustan los terrenos arenosos secos con algo de humedad.

Gnaphalium uliginosum

Por fin llegamos al agua. Algunas gaviotas reidoras sorprendidas de que haya gente metiéndose en los lodos próximos a la orilla.

Callitriche stagnalis

Rumex palustris crece fuera del agua pero cerca de ella.

Restos de infrutescencia de Alisma plantago-aquatica.

Diferencia de tamaño entre alismatáceas: A. plantago-aquatica (en el centro de la imagen, con las hojas grandes) y Baldellia repens (abajo a la derecha, con hojas lanceoladas mucho menores).

Una libélula sobre Polygonum persicaria.

Puede que se trate de Damasonium polyspermum, por el tipo de hoja que presenta (Baldellia repens las tiene con el limbo sin diferenciar del pecíolo), pero hasta que no florezca/fructifique no habrá forma de asegurarlo con certeza. Volveremos en verano para salir de dudas.


Dos fotos de Veronica anagallis-aquatica, donde se aprecia el aspecto general, las hojas y la inflorescencia de esta planta acuática abundante.

En los lodos mojados por el agua, una escrofulariácea que ahora tiene alguna flor abierta: Limosella aquatica (D. Miguel DC me indicó dónde encontrarla: ¡gracias!).

Al abandonar el embalse, de vuelta al coche, nos encontramos con una Armeria arenaria subsp. segoviensis.

Aunque el suelo está sequísimo, el paisaje próximo a Santillana no desmerece, así que aprovechamos para fotografiar una vista serrana con encinares, fresnedas y pinares al fondo.

En el embalse de Pedrezuela (Guadalix de la Sierra), amplias praderas de persicarias secas (Polygonum persicaria y P. lapathifolium) ocupan el espacio que también debería estar cubierto por el agua.

Vista general del borde del embalse y alrededores. Una pareja aprovecha para buscar aves acuáticas.

Una blanquiverdosa libando sobre la ajonjera (Chondrilla juncea), una compuesta muy común que puede encontrarse por casi todas partes.

En los caminos próximos al embalse hay una buena población de la viborera Echium asperrimum, ahora en flor.

Un lino de flores azuladas: Linum bienne.

Frutos de Linum bienne.

Encontramos a esta llamativa especie: Wedelia glauca, una especie alóctona que resulta casi imposible de erradicar, según parece.

Varios ejemplares de la persicaria Polygonum lapathifolium perseveran pese a la sequía, encontrándose algunos de ellos en flor.


Durante octubre buena parte de los herbazales que rodean a los embalses quedan cubiertos por unas finas telas de araña que brillan al atardecer, otorgándoles este aspecto tan llamativo.
 

jueves, 14 de diciembre de 2017

Dos madreselvas muy parecidas (Lonicera biflora & L. japonica)


La madreselva Lonicera biflora (en la fotografía superior) es un arbusto trepador de tallos volubles que puede alcanzar los cinco metros: hoy traemos una selección de fotografías suyas y aprovecharemos para presentar a una segunda especie muy parecida, Lonicera japonica.

Comenzamos a principios de año: aunque Lonicera biflora es un arbusto caducifolio, en la costa granadina durante el mes de enero todavía pueden verse hojas en las ramas.

Aquí vemos el tamaño que puede alcanzar esta especie, que crece al amparo de la vegetación ribereña y en marjales, ascendiendo por los árboles riparios sin ningún problema.

Se trata de una especie friolera y de distribución estrictamente mediterránea: en nuestro país solamente la podremos encontrar en el litoral que va desde Tarragona hasta Málaga, desde el nivel del mar hasta los 200 m de altitud. En general no resulta abundante.

Los frutos maduran a partir de octubre: inicialmente son azulados y cubiertos por una capa de pruina, oscureciéndose paulatinamente si permanecen más tiempo en la planta. En la imagen, últimos frutos en enero.

Detalle de los anteriores frutos de Lonicera biflora.

Vistas de una sauceda con fresnos, tarays y cañotas, uno de los hábitats donde crece Lonicera biflora.

De Granada pasamos a Málaga y del invierno al verano, a la desembocadura del Guadalhorce, donde crece entre bloques de piedra, también cerca del agua. En esta localidad, por cierto, no está claro si su origen es natural o se trata de una especie asilvestrada (procedente de plantas ornamentales).

Al carecer de árboles sobre los que ascender la especie crece ocupando los terrenos adyacentes, formando estas marañas.

En agosto llegamos a ver las últimas flores; los primeros frutos ya se están formando.

La especie recibe el nombre específico de "biflora" por presentarlas geminadas (en parejas) en los extremos finales de las ramas.

El color de las flores oscila entre el blanco o el blanco-amarillento (nada más abrirse) y el amarillo intenso que adquieren con el tiempo.

Una foto para el recuerdo: mi primera Lonicera biflora, en las riberas del Delta del Ebro (Tarragona), hace un rato (¡en el año 2000!), a mediados de octubre: se aprecia perfectamente el tono azulado de los frutos que comentaba antes.

Y esta es la otra madreselva: Lonicera japonica; en la fotografía un ejemplar con frutos maduros en noviembre.

Se trata de una especie alóctona (procedente del este de Asia) que se asilvestra con mucha facilidad, ascendiendo hasta los 1.500 m de altitud (recordemos que L. biflora apenas alcanzaba los 200 m). Es importante saber que es una especie con un carácter claramente invasor, por lo que habría que vigilar dónde se planta.

Esta otra foto muestra un ejemplar (¿plantado/asilvestrado?) en el Parque Regional del Sureste, en Madrid, también de este otoño, curiosamente sin ningún fruto (parece ser que las aves son grandes consumidoras/dispersoras de los mismos).

En esta imagen mostramos una hoja "tipo" (es una forma de hablar) de ambas madreselvas: a la derecha la de Lonicera japonica (algo más puntiaguda) y a la izquierda la de L. biflora (más ancha, tipo delta). Reconozco que es una foto un tanto tramposa, porque, en realidad, no es tan fácil: hay hojas de L. japonica que se ajustarían al tipo asignado a L. biflora y viceversa...

... así que hay que buscar otros detalles diferenciadores: fijémonos en el envés de una hoja adulta de Lonicera japonica. Son predominantemente glabras (o glabrescentes), puesto que únicamente presentan algunos pelos sueltos a lo largo de los nervios y en el margen.

En cambio, el envés de Lonicera biflora está cubierto completamente de pequeños pelos que le otorgan un aspecto general blanquecino a la especie.

Para apreciar la pilosidad en el envés de la hoja es necesario disponer de una lupa de campo de al menos 25 aumentos. En este caso vemos un ejemplar de Lonicera japonica con las hojas amarillas en pleno invierno.

Una segunda característica que nos puede ayudar a distinguir a ambas madreselvas es el tipo de semilla que poseen: mientras que las bayas de Lonicera japonica poseen entre cinco y diez semillas por fruto y son de color negro (en la imagen)...

... las de Lonicera biflora tienen solamente tres o cuatro semillas (por fruto) y son de color dorado o pardo amarillento.

Y no germinan mal: este es el aspecto de unos brotes de Lonicera biflora, uno de los cuales muestra en un extremo del cotiledón la cubierta de la semilla.