domingo, 27 de marzo de 2011

Tres trepadoras urbanitas en invierno

Tres especies perennes y trepadoras, creciendo sobre los muros de algunas ciudades, fotografiadas durante este último invierno:

Lafuentea rotundifolia (orejilla de roca)

La orejilla de roca es una mata de unos 40 centímetros de altura de la familia de las escrofulariáceas que habita el sureste peninsular; especie muy pubescente, cubierta de largos pelos, posee unas hojas redondeadas, de base cordiforme y peciolos largos (de unos tres centímetros, como la longitud del limbo).

Emite unos largos racimos, donde aparecen las flores, bilabiadas, blancas y a veces manchadas de púrpura. Crece en acantilados y roquedos de naturaleza caliza, desde el nivel del mar hasta los 600 metros de altitud.

Especie vista en Salobreña (Granada), donde se encontraba comenzando la floración en enero.

 Lafuentea rotundifolia

Porte de L. rotundifolia creciendo sobre un muro, con los racimos secos de la temporada anterior.

Cymbalaria muralis (palomilla de roca)

Otra escrofulariácea, en este caso glabra, naturalizada y muy extendida por toda la Península, que crece sobre muros y otros lugares donde exista suficiente humedad. Especie de tallos delgados que casi alcanza el metro de longitud, tiene unas hojas lobuladas muy características, de reniformes a suborbiculadas.

Aunque puede florecer durante gran parte del año, en Alcobendas, durante enero, permanecía sin flores.

Cymbalaria muralis

Hedera maroccana (hiedra de Marruecos)

En este caso se trata de una especie cultivada y muy extendida como especie ornamental.

La hiedra de Marruecos es una de las hiedras con pelos cortos rojizos (a diferencia de las hiedras "norteñas", como Hedera helix, con pelos largos y blancos). Estos pelos (tricomas) deben observarse con lupa binocular en las hojas y yemas de los tallos estériles. Además del color rojizo de los tricomas, éstos tienen forma de estrella, con todas las ramificaciones situadas en el mismo plano.

Las hojas juveniles de los tallos estériles poseen la base cordada y 3-5 lóbulos triangulares, siendo el central más largo que los laterales.

Hedera maroccana

sábado, 19 de marzo de 2011

Un año en las fresnedas del centro peninsular


Notas tomadas a lo largo del año sobre el fresno de hoja estrecha (Fraxinus angustifolia) en Madrid y alrededores.

Se trata de una especie arbórea con hojas opuestas y compuestas, formadas por un número impar de folíolos más o menos estrechos, de borde aserrado, con unas yemas hibernantes pequeñas de color parduzco, lo que ayuda a separarlo del fresno del norte (Fraxinus excelsior, de folíolos más anchos y yemas grandes y negruzcas), este segundo muy raro en el Sistema Central.

Enero

Uno de los paisajes más característicos de la sierra madrileña, por debajo de los 1.200 metros de altitud, lo constituyen las fresnedas adehesadas que crecen sobre suelos con humedad permanente, como estas de Pinilla del Valle.


El descabezado o desmochado es muy frecuente, sometiéndose a los árboles a podas periódicas con el fin de aprovechar el ramón como fuente de alimentación para el ganado u obtener leña, lo que les confiere ese aspecto característico.

El aprovechamiento ganadero de la zona permite la existencia de fresnos dispersos entre la superficie destinada a producción de hierba, por las funciones estabilizadoras de los árboles sobre el ecosistema (bombeo de nutrientes desde los horizontes inferiores, mantenimiento de condiciones de humedad y temperatura, etc.), como se aprecia en la siguiente fotografía, realizada en el Valle del Paular.


Febrero

La vocación de los fresnos como especies indicadoras de unas condiciones de transición entre el dominio de la hoja perenne y el de la hoja caduca (o, dicho de otra forma, entre los ámbitos mediterráneo y unas condiciones de mayor humedad ambiental), quedan reflejadas en los paisajes de El Escorial, donde acompañan a otra especie-ecotono: el roble melojo (Quercus pyrenaica: los melojos son robles de hoja marcescente, una categoría intermedia entre las dos anteriores).


Durante febrero comienza la floración de los fresnos, que acontece antes de la salida de las hojas. Las flores, aclamídeas (es decir, sin pétalos ni sépalos), forman ramilletes y se componen de dos (o tres) estambres y un pistilo.

En las dos siguientes fotografías, apertura de las yemas hibernantes y comienzo de la floración en un ejemplar de La Cabrera, y flores ya abiertas en otro de Moncalvillo (San Agustín del Guadalix).



Marzo

Durante marzo siguen floreciendo los fresnos, como los que se encuentran en la dehesa de Boadilla.




Las hojas siguen sin aparecer, y en los arroyos y cunetas cargados de agua por las lluvias del invierno, en marzo se pueden escuchar ya a los sapos corredores, como sucede en esta fresneda de Hoyo de Manzanares.



En la rampa que desciende desde las montañas graníticas de la Cuenca Alta del Manzanares, los fresnos acompañan a encinas y enebros en las dehesas que pastorea el ganado vacuno, si bien se sitúan siempre en las zonas de vaguada o cerca de cauces o acuíferos donde exista una humedad constante.



 En La Cabilda (Hoyo de Manzanares), los fresnos acompañan a alcornoques y encinas, presentando ejemplares tan destacados como el de la fotografía, en el que las primeras hojas empiezan a despuntar.


Abril

Durante abril los fresnos cuentan ya con las hojas completamente formadas.

Aunque hasta ahora han aparecido en formaciones adehesadas en la sierra y su rampa, los fresnos son una de las especies características que forman parte de los bosques de galería en la España seca. En la foto, acompañando a sauces, tarays, chopos y tamujos cerca del río Tajo (Toledo).



En la siguiente foto, varios ejemplares en el río Guadyerbas, mientras que atrás se aprecia la floración de los endrinos (Prunus spinosa). Pese a formar parte de los bosques galería, en realidad otras especies como alisos y sauces suelen situarse en la primera banda (la más próxima al agua) de vegetación que acompaña a los ríos, quedándose en una segunda los chopos y, en una tercera, -más alejados del agua, por tanto- los propios fresnos (acompañados en ocasiones por los olmos).



Mayo

De vuelta a Madrid, en plena primavera los fresnos acompañan ahora a otras especies cuya floración sucede por estas fechas; como ejemplo, un arce (Acer monspessulanum, en la segunda foto) florece en medio de una fresneda próxima al embalse de Santillana (Manzanares El Real). Al fondo de este embalse, a la izquierda (en la primera fotografía), el cerro de San Pedro.




Junio

En Valdemanco se encuentran ahora las primeras ranitas de San Antonio (Hyla arborea) ya metamorfoseadas del año, como esta que aparece sobre las hojas de un fresno joven.


Las fresnedas, que hasta ahora han mantenido sus pastos verdes, como en los dos siguientes ejemplos (La Cabrera y Valdemorillo), se preparan para la época de estiaje.



Julio

Durante julio, en las charcas que quedan en la Cuenca Alta del Manzanares próximas a las fresnedas, se encuentran escondidos algunos jóvenes anfibios, como el gallipato (Pleurodeles waltl) de la fotografía, aunque no son los únicos que viven sobre estos restos de humedales sobre arcosas: sapos parteros ibéricos, tritones pigmeos o sapos de espuelas comparten hábitat con ellos.


Por su parte, en las orillas de los mismos medios, florece ahora la menta poleo (Mentha pulegium).


Agosto

Persiste la sequía ambiental, aunque otras mentas se mantiene en flor, como el poleo cervuno (Mentha cervina), que crece en el embalse de Santillana, próxima a los fresnos que medran en la zona.



En muchas zonas, los pastos herbáceos que acompañan a las fresnedas se encuentran ahora agostados, como en esta finca con ganado caballar de Rascafría.



Septiembre

A finales de mes, los frutos del fresno, unos aquenios alados (sámaras), de forma alargada y aplastada, acabados en punta, ya están maduros. El ala que acompaña a la semilla ayudará a su dispersión por el viento, si bien muchos de ellos permanecerán en las ramas hasta bien entrada la temporada siguiente (en ocasiones se observan los frutos en ejemplares en flor).


Octubre

Con la llegada del otoño, se acortan los días, se suavizan las temperaturas y vuelven las lluvias, lo que supone un resurgir en las formaciones vegetales mediterráneas; los pastos de las fresnedas nuevamente reverdecen y son aprovechados de nuevo por bovinos y equinos. Durante octubre comienza, además, el cambio de color de las hojas, que en primera instancia adquieren un tono amarillo vivo que destaca entre el verde oscuro de los pinares de El Escorial (donde están hechas las dos siguientes fotografías).



Entre Hoyo de Manzanares y Torrelodones, también amarillenado ya, los fresnos forman interesantes setos acompañados por Rubus ulmifolius, espinos cervales (Rhamnus catharticus), madreselvas (Lonicera etrusca y alguna L. periclymenum), endrinos (Prunus spinosa) y algún quejigo.



En Zarzalejo, aprovechando un pequeño cauce, un joven fresno acompaña a un chopo y su orla arbustiva (rosales silvestres y zarzamoras) en el dominio de un pinar de pinos resineros (Pinus pinaster).



Noviembre

Las hojas adquieren tonos ocres y anaranjados antes de su caída definitiva en las fresnedas localizadas entre Colmenar Viejo y Hoyo de Manzanares.


Diciembre

Los fresnos, ya sin hojas, despiden el año en Rascafría, donde forman parte de los setos que delimitan fincas y caminos rurales, entre otras especies.



miércoles, 9 de marzo de 2011

Otra vista de Sierra Nevada

En este caso, desde las vecinas Sierras de Tejeda, Alhama y Almijara (Málaga), y desde un recorrido localizado sobre los 1.500 metros de altitud.

Sierra Nevada desde Sª Tejeda, Alhama y Almijara.

A esta cota, sobre un medio rocoso en el que predominan las rocas de naturaleza básica (principalmente calizas, pero también dolomías y margas a lo largo de estas sierras), dominan los pinares de pino resinero (Pinus pinaster), acompañados de encinas, algún quejigo y romerales y tomillares con Halimium atriplicifolium y varias especies de labiadas y leguminosas (Ulex parviflorus, Erinacea anthyllis, etc.). Los pinos colonizan con éxito los abruptos barrancos y empinadas pendientes que caracterizan esta parte de la sierra.

Pinus pinaster entre barrancos calizos.

Además de las rocas calizas se pueden encontrar otras rocas de diferente naturaleza (como los micaesquistos) en otras parte de la sierra, lo que posibilita la presencia de especies acidófilas como los alcornoques; cerca del Cerro de Lopera, los melojos (Quercus pyrenaica) forman un interesante bosquete.

Presencia de melojos (al fondo a la izquierda, sin hojas), junto a los pinares.

Entre los arbustos que se encuentran en flor a principios de año destaca la salamunda, Thymelaea tartonraira, que puede adoptar un hábito semiesférico de medio metro de altura, como se expone en una de las fotografías. Las flores crecen en pequeños grupos (entre 2 y cinco) en las axilas de las hojas.

Porte de Thymelaea tartonraira.

Thymelaea tartonraira: hojas y flores.

Otra especie destacable, que se encuentra algo más abajo, en los dominios de la encina, es el garbancillo Ononis speciosa. Se trata de un arbusto de metro y medio con las flores amarillas (florece a partir de mayo). Las hojas son trifoliadas, con folíolos elípticos o casi orbiculares, con borde serrado y muy viscosas; el folíolo central se encuentra bien separado de los dos laterales. Se trata de una especie que prospera bien en suelos tanto ácidos como básicos, que aquí presenta buenas poblaciones.

Hojas de Ononis speciosa.

martes, 1 de marzo de 2011

Por las dehesas del Guadyerbas

Por la cuenca del río Guadyerbas, a finales de febrero. Paisajísticamente predominan los espacios adehesados, dedicados a la ganadería extensiva, con retazos de matorrales en cañadas, cunetas y bordes de caminos y fincas. Zona situada por debajo de los 400 metros de altitud, se localiza en el extremo occidental de Toledo, próxima a Ávila y Cáceres (al sur de Gredos), de suelos arenosos y clima claramente más húmedo y suave que las dehesas y bosques esclerófilos similares que pueden encontrarse hacia el interior peninsular.

Encinares adehesados con vacas avileñas y charolesas.

Además de la presencia de encinas (Quercus ilex subsp. ballota), en las dehesas se citan otras tres especies de Quercus, todas ellas indicadoras de estas condiciones de mayor humedad ambiental y de suelos silíceos: alcornoques (Quercus suber), quejigos (Quercus faginea subsp. broteroi) y melojos (Quercus pyrenaica).

Alcornoques (izquierda) y melojos (derecha) comparten medio con otros Quercus en la zona.

La subespecie broteroi del quejigo (a veces aparece como especie independiente: Quercus broteroi) se presenta siempre sobre suelos pobres en bases por el cuadrante suroeste de la Península. Tiene hojas de ápice obtuso y margen crenado-denticulado, mayores (hasta 15 cm) que la subespecie faginea.

Quercus broteroi (fotografiado con hojas y frutos en el mes de octubre).

Entre los arbustos y matas presentes, los característicos matorrales acidófilos del centro peninsular, con cistáceas (Cistus ladanifer, C. salviifolius, Halimium ocymoides, etc.), cantuesos (Lavandula pedunculata) y Cytisus scoparius, entre otros; además, algún enebro, majuelos y piruétanos (Pyrus bourgaeana).

En las proximidades del Guadyerbas, fresnos (Fraxinus angustifolia), alisos (Alnus glutinosa), Rubus ulmifolius y el sauce Salix atrocinerea, ya en flor. En la visita de hace un par de años, las grullas pasando durante toda la jornada, así como una cigüeña negra en el río.

 Fresneda (Fraxinus angustifolia) y bosque de galería al fondo.

Salix atrocinerea (pie masculino).

Para finalizar, el herpeto de febrero: una ranita meridional (Hyla meridionalis) entre los jarales próximos a unas charcas empleadas como abrevadero del ganado.

Ranita meridional (Hyla meridionalis).